domingo, 25 de noviembre de 2012

Amar


Es difícil confiar en el amor. No podemos entenderlo, no cabe en nuestra cabeza, no podemos deducirlo y saber qué es lo siguiente que hará.
Sí, el amor es peligroso porque nos hace hacer y ser algo que no haríamos fuera de nuestra rutina.
El amor nos transforma y nos hace poderosos, y este mismo poder es al que tememos; esta alegría, esta paz tan extraña nos hace temer como se teme a lo desconocido, a lo nuevo.
El amor nos da miedo porque no puedes razonar con él. No puedes sentarte a estudiarlo de un libro y dar un examen confiando en que te lo sabes todo, no. No puedes tratar de aprehenderlo con tus manos y guardarlo para los tiempos más escasos, no. No puedes razonar con tu razón y con tu corazón y ponerlos de acuerdo; para la razón el amor siempre será un error y para el corazón siempre estará mal pensar demasiado. Esta discordia da miedo, un terrible miedo en nosotros.
Es bien extraño el amor y todavía más el ser humano que tanto depende de él. Casi como el agua y el alimento, es el sustento del alma.
Sí, el amor es terriblemente extraño y abominable, como un gran y peludo oso que parece inofensivo mas de una zarpada te haría añicos.
Pero no debemos temer al amor. No tenemos que tratar de entenderlo, porque no puede entenderse. Tenemos que ser instintivos, sentir bien dentro de nosotros esas respuestas que nacen de él y que no van acompañadas de grandes procesos mentales, sino de simples "quiero a este ser, quiero que sea feliz y no sé por qué. Pero me gustaría compartir un poco de eso, nada más".
No hay tiempos para amar. No hay lugares en los que amar. No hay una perfecta circunstancia para un perfecto sentimiento.
Ama, aunque tengas miedo de lo que resulte, pues nunca será tan terrible como tú mismo quisieras hacerte creer.
Ama y siente que está bien. Porque, la verdad, está bien.
Lo malo no es amar, sino depender. Lo malo no es querer, sino querer que nos quieran porque no somos capaces de hacerlo por nosotros mismos.